sábado

El adiós del Subcomandante Mario

   Viernes 17 de marzo. El “17” es el número de la desgracia. Si es viernes, peor. Hace 26 años la droga bajó a Maradona del Olimpo para siempre. Y ese golpe estremeció los cimientos más nobles de la argentinidad. Fue así hasta que vimos otro dios olímpico: Lionel Messi.
   En el 2017, las desigualdades sociales son abismales, el sistema judicial es apenas un chascarrillo entre los poderosos, mientras comparten cenas que equivalen a la comida semanal de cincuenta familias pobres. Los candidatos son impuestos por las grandes empresas mediante estrategias de marketing y las políticas de Estado son un listado de consignas vacías e inverosímiles. El futuro llegó, todo un palo. Es cierto. Pero tenemos todavía a Messi.
   En Comodoro, tenemos, además, a Chenqueman y al Subcomandante Mario. Pero el destino es un niño caprichoso y decidió quitarnos a uno de ellos. El Subcomandante Mario ha convocado a una conferencia de prensa para anunciar el fin de su lucha. La esperanza de todos los ciudadanos que esperaban que él fuera finalmente el líder que encabezara una rebelión popular ha quedado hecho trizas.
   Convocó a la prensa en su cuartel de operaciones. Ahora podemos indicar con precisión dónde estaba ubicado: en el Camping La Mata.
  Nos ubican a los periodistas en una mesa larga. Mientras, esperamos la llegada del Subcomandante, los hombres del EPDS nos convidan con mate y facturas. La tarde está fresca. El cielo está haciendo pucheros. En cualquier momento, afloja y se larga a llorar.
   De repente, secundado por dos miembros del ejército, hace su aparición el Subcomandante. Se ubica en un extremo de la mesa. Todavía está encapuchado. Se queda de pie. Algunos colegas intentan tomarle una foto y él lo impide levantando la mano. “No es momento de fotos”, dice con un tono profundo y resignado.
   Carraspea y comienza a hablar:

Subcomandante Mario: Los convoqué a esta conferencia de prensa porque queremos anunciar que hemos decidido levantar esta lucha y dejamos la clandestinidad hasta nuevo aviso. Esta decisión es totalmente indeclinable. La tomamos después darle muchas vueltas. No tuvimos la respuesta que queríamos y los muchachos ya estaban cansados de vivir acá, meta asado, vinito y partidos de fútbol. Además, nos ofrecieron planes Trabajar para nosotros, nuestras mujeres y nuestros hijos. No es mucha plata, pero algo es algo.
   Baja la cabeza y se queda en silencio. No vuela una mosca en todo el cuartel general. Finalmente, se recompone.

SM: Bueno, si quieren preguntar algo, pregunten, pero una pregunta cada uno, porque no tenemos todo el día.
Periodista 1: ¿Ustedes han podido entrevistarse con las autoridades municipales y provinciales en este tiempo?
SM: Sí. Bueno, con Di Pierro no pudimos personalmente, porque dice que no le alcanza la nafta para venir a Comodoro. Con Touriñán sí charlamos y él fue el que se comprometió a tirarnos algo. “Por los viejos tiempos”, dijo. Debo reconocer que, cuando dijo eso, se me estrujó el corazón. Es lindo que te reconozcan que pusiste el lomo para que todo esté como está.
Periodista 2: ¿Y qué mensaje quisiera darle a los jóvenes que han seguido con entusiasmo su lucha?
SM: Que hagan lo mismo que nosotros. Busquen al tipo que tenga la sartén por el mango y díganle que van a laburar para él en lo que sea. Y siempre pidan algo a cambio. A medida que pasa el tiempo, se puede pedir cosas más grandes, porque uno hizo más cosas y sabe más. Y que no les importe nada el resto de la gente. Si hay más pobres y todo eso… Así van a hacer algo en la vida, ¿entiende?
Comodoreta: Pero a ustedes no les fue muy bien…
SM: Lo que pasó es que empezaron con eso de la minería y nos hicieron a un lado. Esa da mucha más guita que el petróleo. Entonces, nos arrojaron como se arroja de costado un papel viejo, asííí
   Interviene rápidamente un soldado del EPDS.
Soldado: Resista, mi Subcomandante. Resista que ganamos.
SM: Es cierto, es cierto. Ahora se acordaron de nosotros y nos dieron esos planes. ¿Yo les dije o no les dije que nos iban a tirar algo? ¿Eh?
   Se levanta un coro de vítores que resuena en todo el acceso sur de la ciudad. Estos hombres celebran la heroicidad de su gesta.
SM: Ahora me siento muy contento por lo que pasó. Valió la pena todo este sacrificio. Ahora tengo motivos para volver a mi casa, tranquilo, y sentarme en el sillón a ver televisión en la pantalla del living. Ahora tengo… tengo… un mundo de sensaciones, un mundo de vibraciones que te puedo regalaaar. Tengo dulzura para brindarte, caricias para entregarte, si tú me quieres amaaaar…
   El Subcomandante desata una voz enérgica cual chorro de petróleo y mueve la pelvis con el emocionante fluir de la melodía. El cuartel general es una fiesta. Todos hacemos palmas.
  Tres encapuchados toman a su líder de la cintura y, haciendo un trencito, se lo llevan de nuestra vista. Lentamente, todo vuelve a la calma.

   El fervor da paso a la reflexión y esta a la tristeza. Nunca sabremos quién es en realidad el Subcomandante Mario. Su identidad está protegida por una coraza forjada con el bronce de los héroes.
   Volvemos en bicicleta a la redacción. Sentimos que, con cada vuelta del pedal, el mundo se desgaja un poco más.
   Viernes 17. Desgracia. Hoy estamos un poco más solos.

Fecha: viernes 17 de marzo de 2017